EL GOBIERNO GOLPEA LA INDUSTRIA EDITORIAL

A propósito de la Feria del Libro, la Conabip y las editoriales



A pesar de sus palabras de indignación en Twitter, donde acusó a docentes y estudiantes de fascistas, el ministro de Cultura de la Nación debe haber respirado aliviado al retirarse el pasado 26 de abril del acto inaugural de la  44° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires sin pronunciar su discurso. La protesta contra el cierre de los profesorados de la Ciudad le evitó responder a las críticas del presidente de la Fundación El Libro (FEL) por las crisis que atraviesa el sector.

Ya en 2017, Martín Gremmelspacher, había reclamado en el mismo escenario por una caída de las ventas del 25%, por  que de un año a otro se habían dejado de producir 20 millones de ejemplares. Y por “la subida de los costos impulsados por los desmedidos aumentos de las tarifas de servicios”. En aquel momento, la respuesta de Avelluto fue asegurar que en el Gobierno tenían otra información: “Conmigo no, Martín. Esta no es la peor crisis de la industria editorial (…). Que la situación es difícil, lo comparto. Que en el último trimestre del año pasado las cosas empezaron a mejorar es un hecho”. Demasiado caradura tendría que haber sido el ministro para responder del mismo modo por segunda vez.

En el discurso de este año el presidente de la FEL volvió a reclamar al Gobierno “Hoy, y en ocasión de la apertura de la Feria Internacional del Libro, me veo en la obligación de hacer una descripción del difícil momento que está atravesando toda la industria editorial. A la caída de las ventas de 2016 se suma la de 2017 del 5/10% dependiendo del tipo de editorial. La producción editorial, a su vez, con una caída del 20% según datos del registro del ISBN. Lo que acumulado implica una caída de no menos del 30% en los dos últimos años”, dijo. Y continuó: “El aumento de las tarifas, que aún no han llegado a su techo, complica a muchos de los libreros y sobre todo a la industria gráfica. La boleta de luz pasó a ser uno de los principales costos, tornándose en algunos casos impagable”.

Como si faltara poco, Avelluto también recibió “fuego amigo”.  En una mesa organizada por la revista Ñ, Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional, confesó: “La verdad que en la Biblioteca no tenemos un mango ni para tomar café”. Si bien la BN es un organismo autárquico, la frase describe a la perfección la realidad dentro del Ministerio de Cultura. Allí, los trabajadores debemos lidiar con la falta de insumos básicos para realizar nuestras tareas diarias  y con la falta de presupuesto para el llevar adelante las actividades habituales.

Por eso, en este estado de situación, los trabajadores de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares sentimos un gran orgullo al escuchar las palabras de la escritora Claudia Piñeiro durante el acto inaugural. “Lo que sucede con la Conabip además de deslumbrarme por su tarea, me conmueve porque es una obra de años que pudo sostenerse a través de distintos gobiernos. Las políticas culturales tienen que ser persistentes en el tiempo para que surtan efecto. Si un nuevo gobierno borra lo que hizo el anterior estamos siempre en la línea de largada”, señaló en un tramo de su interesante intervención.

Sin embargo, es necesario señalar que este organismo también atraviesa las dificultades. Por ejemplo, el programa Libro%, que permite que bibliotecas populares asistan y compren libros en la Feria, recibió un ajuste en el valor real de los subsidios. Por ejemplo, una biblioteca de Río Negro recibió en 2017 un subsidio de 28.300 pesos. Este año, el monto que recibió fue de $28.300. En un economía con una inflación interanual que de marzo a marzo fue según el Indec del 25,4%, queda claro que los libros que las bibliotecas podrán agregar a sus anaqueles son ahora bastante menos. Pero además, como alertó Gremmelspacher, la Conabip dejó de hacer la compra anual a editoriales. Esta compra, a diferencia de la de Libro%, en la que los títulos son elegidos por las bibliotecas (basadas en general en los pedidos o gustos de sus socios}, tendía a equilibrar la balanza en favor de las pequeñas y medianas editoriales y en los sellos del interior del país.

El corrimiento del Estado fue aún más marcado en el área educativa Un informe del Cuica (Centro Universitario de las Industrias Culturales Argentinas), de la Universidad de Avellaneda, señala que la política de compras del Estado nacional, que había tomado impulso a partir de la sanción, en 2006, de la Ley de Educación Nacional, donde los libros tenían como destino ser material de promoción de lectura en escuelas públicas de los niveles inicial, primario y secundario, fue suspendida en su totalidad.  “Pese al anuncio de lanzamiento de nuevas compras en 2017, estas quedaron restringidas, y en muy menor volumen, a un segmento de 10/12 sellos que se dedican a producir manuales escolares de grado, en la mayoría de los casos grandes empresas multinacionales con capacidad de lobby”, explica Nicolás Sticotti, autor del informe.

El trabajo del Cuica además analiza los efectos de una de las primeras medidas anunciadas para el sector del libro por el actual Gobierno nacional, en los primeros días de 2016: la resolución adoptada por la Secretaría de Comercio del Ministerio de Producción, que levantaba algunas restricciones sobre la importación de servicios gráficos y libros que habían regido durante la gestión anterior y que el el Ministerio de Cultura de la Nación difundió y celebró en las redes sociales mediante el hashtag #LibrosLibres. “Los resultados de la ‘apertura’  muestran que las importaciones del sector han llegado en 2016 a duplicar las de 2015, pasando de 40,3 a 78,5 millones de dólares. Por su parte, en el primer semestre de 2017 las importaciones ya alcanzaron los 51,4 millones de dólares. Así, el déficit en la balanza comercial aumentó un 387%, pasando de un rojo de 13,1 millones de dólares a 50,7 millones”, señala Sticotti. Esta apertura de las importaciones promovida por el Ministerio de la Producción –al eliminar la certificación de plomo utilizada en tintas y las declaraciones anticipadas–, amenaza especialmente al sector gráfico.

Como en otras ramas de la economía, la combinación de merma de ventas por la caída del poder adquisitivo con apertura de la importaciones y “ajuste” en las compras públicas muestran un panorama preocupante alejado de los brotes verdes que Avelluto decía ver hace un año.

Manuel Cullen
Delegado General de la Junta Interna de Ministerio de Cultura, trabajador de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares.


(publicado originalmente en http://www.radiografica.org.ar)

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