Macrismo lost in translation



Comenzamos a incluir artículos escritos por compañeros. En esta primera nota de opinión Manuel Cullen, delegado de ATE Cultura, analiza alguna "malas" traducciones hechas por los propagandistas del neoliberalismo como "teoria del derrame" y "paraíso fiscal", 

Algunos trabajadores de nuestro ministerio aún recuerdan el episodio. Cuando el escritor Jorge Asís era secretario de Cultura del gobierno de Menem propuso prohibir el uso del idioma inglés en determinadas situaciones. Corta: tras la repercusión mediática que generaron sus declaraciones, debió renunciar. Una cosa era provocar al progresismo desde el cómodo estudio del programa de Bernardo Neustadt para defender a un gobierno privatizador que mantenía “relaciones carnales” con Estados Unidos y otra, muy diferente, era desafiar al espíritu cultural de la época. El inglés estaba en todos lados y nos aseguraban desde el poder y Tiempo Nuevo que éramos parte del primer mundo. Sin embargo, para reforzar esa idea, el lenguaje neoliberal no solo recurría a términos como “shopping center” y “sale”. A la hora de explicar sus políticas económicas los propagandistas del gobierno no se cansaban de hablar, en claro español, de la “Teoría del derrame”, una versión vulgar de la tesis de Simón Kuznets que señala que en el capitalismo cuando aumenta el crecimiento económico tiende a disminuir la desigualdad en la distribución del ingreso. La imagen pergeñada por los ideólogos del FMI y del Banco mundial para imponer sus recetas con mayor facilidad sostenía que el crecimiento económico y la concentración del ingreso provocan filtraciones que mediante un goteo sistemático va inundando al conjunto de la sociedad y beneficiando a todos. En el mundo anglosajón se la llama “Trickle down effect” (El efecto goteo), un nombre bastante menos optimista que su versión castellana. A veces traducir de modo libre conviene.

Expulsada del lenguaje luego de la crisis de 2001 (aunque no del todo de las políticas económicas), la Teoría del derrame volvió con todo a partir de la asunción de Macri. Se decreta la reducción de retenciones a sojeros y mineras y beneficios para los sectores más ricos mientras se aplica un ajuste que incluye tarifazos, inflación desmedida, despidos, paritarias a la baja (en el mejor de los casos) y hasta reducción del listado de medicamentos para los jubilados, todo con la promesa de que el esfuerzo de las clases bajas y medias redunde en un beneficio futuro para toda la sociedad. Los trabajadores conocemos a dónde nos conduce esta “teoría”, cuyo nombre hoy no se pronuncia y que, vale la pena recordar en estos días, no es el único término mal traducido.

Los ‪#‎PanamaPapers‬, en los que aparece involucrado el presidente Mauricio Macri, puso en la tapa de todos los diarios del mundo el tema de las empresas offshore creadas para evadir impuestos o lavar dinero proveniente de negocios ilegales o corrupción. Pero el término “Paraíso Fiscal” que se utiliza en el mundo de habla hispana (y también en el francoparlante) para referirse al mundo extraterritorial de las grandes finanzas es otra muy conveniente traducción del inglés. En efecto, “tax haven” es el modo en que se los llama en los países anglosajones. “Haven” significa refugio, pero a alguien esa palabra le sonó a “heaven”, que significa cielo. Y de ahí al paraíso, que debe ser un lugar mucho más tranquilizador y bien merecido que un refugio, tres pasos por el zoroastrismo, el judaísmo y el cristianismo. 

Mientras, los trabajadores aprendimos en poco tiempo a traducir correctamente “revolución de la alegría”: ajuste a nuestros bolsillos, despidos y represión.


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